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¿Cómo desarrollar la tolerancia a la frustración?


Mucho se habla hoy de que los niños, e incluso algunos adultos, tienen poca tolerancia a la frustración. Se le echa la culpa a los padres por haber “consentido” a sus hijos en todo, y puede que en parte tengan razón, dependiendo de la edad de los niños y sobretodo de la forma de responder de los padres a sus demandas.

¿Como trabajar la tolerancia a la frustración?

Uno se pone a leer y también sale en las conversaciones cotidianas, que la mejor forma de trabajar la tolerancia a la frustración es ejercitando la frustración. Haciendo que los niños esperen, que no tengan lo que quieren, que sufran, etc. Incluso desde guaguas.

Sin embargo, la teoría del apego enseña que los niños de 0 a 3 años, que no son adecuada y oportunamente atendidos en sus necesidades, desarrollan una resiliencia más baja y ello está relacionado con una menor tolerancia a la frustración.

Entonces la forma de trabajar la tolerancia a la frustración durante los primeros años es más bien atendiendo a sus necesidades en vez de negarlas o minimizarlas.

¿Que necesidades tienen nuestros hijos?

Las necesidades de nuestros hijos, son primero las físicas básicas de alimentación, abrigo, descanso y aseo, pero también y sobretodo, las de relación, afecto, juego, seguridad, competencia, y pertenencia.

Debemos comprender que cuando atendemos a las necesidades de nuestros hijos estamos construyendo el vínculo con ellos, y esa relación les permitirá aprender a relacionarse con otros, a desarrollar la confianza básica; conocerá la experiencia positiva de ser contenido, de ser atendido, se sentirá digno de esos cuidados y de ser amado... todo base necesaria para una posterior salud mental sana.

¿Podemos malcriar respondiendo a las necesidades de nuestros hijos?

Atender a las necesidades de los niños nunca va a ser malcriar, porque atender las necesidades no es dar el gusto en los caprichos. Siempre va a ser una oportunidad para conversar, para conocer, para conocerlos nosotros a ellos y conocerse ellos a sí mismos; una oportunidad para valorar, para construir: o sea para vincularse.

¿Cuál es la importancia del vínculo?

Sabemos que vincularse es la clave para la felicidad, para bajar los niveles de stress, para desarrollar una sana autoestima, para mantener alta la motivación, también un factor protector para que nuestros hijos no caigan en el alcohol o en las drogas y muchos otros beneficios.

¿Cuáles son algunas claves para atender sin malcriar y ayudarlos así a aumentar la tolerancia a la frustración?

Hoy les comparto tres consejos:

1.Cambia si la frase”¿que quieres?” Por la frase “¿que necesitas?”. Ello te permitirá a ti no ponerte a la defensiva en esta relación que debiera ser de afecto contención y guía, en vez de confrontación y lucha de poder.

Al verbalizar así, le damos a los niños la posibilidad de conectarse con sus necesidades, gustos y deseos. Podrán pensar, analizar y decidir. Aún cuando digan que lo que necesitan es una bebida, tú ya estarás parado desde la necesidad y podrás leer entonces que tiene sed o que tiene hambre o que tiene calor.

2.Cambia el atender de manera inmediata sin mediar palabras, por un diálogo pausado, progresivo y lleno de afecto y sentido. O sea: deja de resolver de manera instantánea sus problemas y, en cambio, ayúdalo a él/ella a encontrar la mejor solución. Muestra diferentes alternativas, relata, valora, comparte buenos momentos. Des o no des lo que te pidan, siempre entregaun mensaje positivo de aceptación del otro y de sus deseos.

3.En vez de ver a los niños como nuestros enemigos, veámoslos como personas, en envase pequeño, pero personas con igual dignidad y necesidades que los adultos.

Lo bueno de esta mirada es que no hay “gallitos” en la relación, no hay ganadores y perdedores. En esta mirada hay un niño que quiere y que necesita algo y un padre que sabe lo que es bueno para su hijo y lo guiará amorosamente hacia ello, cuidando siempre el vínculo porque es lo que verdaderamente importa. En esta mirada el hijo se sentirá escuchado y respetado y solo moverá su querer hacia lo razonable que le estamos proponiendo.

En conclusión

Niños con experiencias tempranas de atención, contención y afecto oportuno, adecuado y estable tienen mayor probabilidad de ser jóvenes y luego adultos con adecuada tolerancia a la frustración.

Asi que no tengamos miedo de recibir a nuestro hijo pequeño en la cama durante la noche; no tengamos miedo de abrazar a nuestro pequeño cuando se haya caído y le duela; no dudemos de ofrecer nuestra ayuda cuando los veamos complicados con alguna situación escolar; no dudemos en ayudar a resolver los “problemas de plaza” si nos piden ayuda para hacerlo... si lo hacemos con la mirada de acompañar, de alentar, motivar y sin perder de vista de que la experiencia es de nuestro hijo y no nuestra, estaremos enseñando a cómo resolver, a cómo analizar la situación, a cómo ser compasivos, a soportar el fracaso, a tolerar la frustración y buscar un nuevo camino de solución.

“En el fuego del amor y la contención es donde mejor se forjan los metales que resistirán los avatares de la vida”. Estaremos forjando un metal que resistirá todas las batallas, que tolerará todas las frustraciones y que saldrá adelante de todas las dificultades.

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