Retención escolar: ¡Hay tiempo para actuar!
De acuerdo a cifras del Centro de Estudios del MINEDUC más de 50 mil estudiantes salieron del sistema escolar el año 2022. A su vez, Fundación Súmate estima que hay más de 300 mil niños, niñas y adolescentes excluidos del sistema escolar.
No asistir a la escuela tiene repercusiones de gran magnitud a nivel individual y social, por eso, comprender cómo retener a los estudiantes es una tarea urgente. Las causas de la desescolarización son complejas y normalmente concurrentes , algunas que tienen que ver con factores individuales (embarazo adolescente, expectativas familiares, consumo de drogas, situación de pobreza extrema, bajo rendimiento académico) y otras son intraescolares (expectativas de los profesores, disciplina punitiva y no formativa, mal clima escolar, instrucción pasiva, tasas de suspensiones, repitencia, entre otros).
Es sobre estas últimas que las comunidades escolares pueden, y deben, hacer algo. Hay estudiantes que son marginados porque el sistema no sabe adecuarse a sus necesidades académicas, sociales y emocionales.
Un dato muy interesante es que en estudios internacionales se ha visto que la decisión de abandonar la escuela se toma mucho antes de que ocurra el evento (Ryrie, 1981; Varlaam and Shaw, 1984 y Foskett y Hemsley-Brown, 2001). En algunos estudios se observa que incluso dos años antes, quienes abandonaron la escuela ya estaban pensando en hacerlo.
Esto significa que, conociendo a los estudiantes y los factores de riesgo individuales, se podría focalizar la atención a quienes podrían estar pensando en abandonar la escuela. ¡Hay tiempo para actuar!
Pero ese actuar no significa sólo hacer una supervigilancia de las y los estudiantes en riesgo. La calidad de las relaciones es determinante.
El año pasado, a través de nuestro Barómetro Socioemocional, preguntamos a 1256 estudiantes de tres liceos (dos TP y uno CH): ¿Cuentas en el Liceo con algún profesor o adulto a quien puedes acudir si tienes algún problema personal? El 47% respondió que no.
Contar con al menos un adulto de confianza en la escuela es un factor protector de la exclusión escolar. Esta labor puede recaer sobre docentes o personal no docente, lo importante es que haya alguien que motive a seguir adelante, que contenga emocionalmente y que demuestre que a la escuela si le importa cada uno y cada una de sus estudiantes.
Identificar a aquellos estudiantes que necesitan de una atención individualizada, y la seguridad de un vínculo es algo que se puede realizar mediante un mapeo de relaciones.
Para identificar a las y los estudiantes que necesitan ser reconectados a la escuela, te sugerimos una estrategia conocida como el mapeo de relaciones (Relationship Mapping Strategy |. Making Caring Common. https://mcc.gse.harvard.edu/resources-for-educators/relationship-mapping-strategy 2022, 23 septiembre).
El objetivo de esta estrategia es poder asignar, dentro de un equipo profesional de la escuela, la tarea de establecer un vínculo positivo e incondicional con aquellos estudiantes que se identifiquen como prioritarios. Esto se realiza a través de un trabajo colaborativo, por ejemplo, entre docentes y asistentes de la educación de un nivel escolar. El hacerlo participativo da la oportunidad de tener diferentes perspectivas y facilita el encontrar a la o las personas más idóneas para reconectarse con cada estudiante.
En ama+ hemos desarrollado una pauta que puede servir de guía para hacer este mapeo de relaciones y la ponemos a disposición de las comunidades escolares, como un pequeño aporte a uno de los desafíos más relevantes post pandemia: retener a nuestros niños, niñas y adolescentes en la escuela.
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